
Son el tercer componente más abundante de la leche humana, después de la lactosa y los lípidos. Las concentraciones máximas están presentes en las primeras semanas de vida.
Su síntesis depende de la herencia, genética de la madre, del periodo de lactancia y del momento del día, a pesar de ser considerados la “fibra “ de la leche humana, no se afectan o modifican a partir de la dieta materna.
Se han identificado mas de 130 tipos diferentes, pero específicamente 20 de ellos son buenos imitadores ya que pueden confundir a un microorganismo dañino y en vez de adherirse a la superficie de un tejido (gastrointestinal, respiratorio o del tracto genitourinario) se adhiere a un oligosacárido y tiene asegurada su salida en las heces o en la orina . Actúan como “imanes “ de bacterias, virus, hongos y protozoos.
Son el alimento favorito de las bifidobacterias responsables de mantener el equilibrio en el ecosistema intestinal, modular la maduración, reconocimiento y tolerancia del sistema inmunológico, estimular la síntesis de Inmunoglobulina A y ayudar a la producción de ácido butírico que es fuente energía y mantenimiento para las células del colon.
En bebés prematuros , siempre que esté disponible, la leche humana es el alimento de elección ya que los oligosacáridos de la leche humana confieren protección frente a los microorganismos responsables de la enterocolitis necrosante, enfermedad intestinal mas frecuente y grave en esta población.
Ahora entendemos mejor porque hay mayor abundancia de oligosacáridos en el calostro y en la leche de las primeras semanas de vida y porque la lactancia materna disminuye el riesgo de presentar infecciones gastrointestinal y / o respiratorias.
En otro momento platicaremos de la importancia de los oligosacáridos de la leche humana para aportar ácidos siálicos que favorecen el desarrollo cerebral y capacidad cognitiva…
Nutrients 2019 · PEDIATR. 2015 · Ars Pharmaceutica 2001